El ritmo del tambor semeja el latido de tu corazón. Las celebraciones del Indigenous Peoples Day no pueden limitarse a un fin de semana. Además de celebrar su cultura y, en el caso latinoamericano, las coincidencias que nos unen a partir de nuestro extracto indígena, hay muchas cosas que puedes disfrutar a lo largo del año:
Para celebrar los tejidos de los pueblos Coast Salish, el Vancouver Mural Festival ofrece murales espectaculares en downtown. Puedes apreciar los motivos utilizados por las naciones Musqueam, Squamish y Tsleil-Waututh en Cathedral Square (Richards Street @ Dunsmuir Street). ¿Te parecen familiares? ¡Por supuesto! El arte toca rincones remotos de nuestra memoria colectiva y si con ellos evocas los tejidos de nuestra zona maya o cualquiera otra de nuestras culturas, no andas tan perdido. Ahí están los motivos geométricos, las grecas, los pájaros tejidos con unas cuantas puntadas. Solo cambian los colores. Aquí en el norte no hay una selva que estalla en orquídeas magenta, así que no esperes esos tonos. En cambio, los rojos y ocres que engalan el otoño sí van a estar ahí, con los animales de los que se toman sus atributos: fuerza, constancia, majestad o la lucha contra toda adversidad, como en el regreso del salmón.
También puedes darte una vuelta por UBC. El jardín exterior del Museo de Antropología es gratuito. Puedes mirar al mar por horas, imaginando decenas de canoas, acercarte al totem que preside el centro de la casa que recrearon y pasear por las veredas, identificando los animales que tallaron en cada escultura. Solo por esta experiencia vale la pena el viaje. Puedes atravesar hacia el Jardín de las Rosas después y pasear por el Nitobe Memorial Garden disfrutando del verano que comienza.. pensando, pensando.
La Bill Reid Gallery tiene dos exposiciones temporales que apenas voy a visitar, pero los nombres invitan a darse una vuelta: “Hands of Knowledge” y “To Speak With A Golden Voice”…. Hablar con voz de oro. Es cierto que la fiebre del oro fue una de las tantas motivaciones de los viajes de descubrimiento (y Conquista), sin embargo este metal no fue tan abundante aquí en el norte, aunque las representaciones del sol siempre estarán asociadas a su brillo eterno.
Si encuentras la pieza que ilustra este artículo y te recuerda… ¡sí!, nuestra Piedra del Sol, tu apreciación y asociación de ideas crecerá enormemente. ¿Cómo no adorar al sol, que en unos días hace que toda la naturaleza que casi murió en el invierno, vuelva?
La galería se llama así en honor a Bill Reid, un artista de la nación Haida. Bill creció en Victoria, lejos de donde nació. No supo casi nada de sus raíces hasta la adolescencia. “Mi madre había aprendido como todos los indígenas que su cultura estaba prohibida, que se consideraba pecaminosa y no encontró la forma de transmitir ningún orgullo a sus hijos”.
A Bill Reid le debemos la difusión y el descubrimiento del arte indígena. Cuando supo del tesoro que su nación guardaba, de inmediato se empapó de sus historias -que son la manera de educar y preservar la memoria de los pueblos, como ocurrió entre nuestros indígenas también- y se fascinó con los trabajos de orfebrería de uno de sus tíos. Su primeras tallas en madera fueron después joyería: grabados que cobraban vida en tres dimensiones. Diseñó y pintó canoas y una de ellas, la Wave Eater, presidió la Expo 86. La escultura monumental en bronce que ves a la entrada del Acuario es de Bill Reid también y la primera vez que llegaste a Vancouver, seguramente te fotografiaste con The Spirit of Haida Gwaii, la canoa de jade que lleva al cuervo, el oso grizzly, el castor, el águila, la rana y el lobo, todos con una simbología, todos protagonistas de historias que guarda su tradición oral, en donde la armonía y el conflicto son parte de la realidad humana, contada por los animales.
En 1978, Bill dedicó el primer totem tallado a la aldea de su madre. Tras décadas de prohibición, de impedir que las fiestas de Potlach no pudieran celebrarse, erigir esta escultura en Skidegate, un pequeño pueblo costero en la Isla Graham, 1,500 kms al norte de Vancouver, fue su homenaje. Busca el concepto “potlach”, mira un par de videos y luego imagina los dioses y otras deidades que resguardan nuestros códices. Imagínalos en movimiento, con esta nueva visión.
Finalmente, esta parte de la historia que hoy nos duele, la de los internados, está tratada con mucho tacto en el documental “We were Children”, en Amazon Prime.
Disfruta y reflexiona sobre esta parte de la Historia que también nos pertenece. La migración llevó a cientos de pueblos a distribuirse hacia el sur, tras su paso por el Estrecho de Bering y de ahí venimos todos en este continente. Todos, al final, SOMOS UNO.
Permite que el ritmo del tambor se sincronice con tu corazón. Cierra los ojos y deja que el sonido de esta última idea te invada y... ¡disfruta de ese regocijo!